domingo, 1 de abril de 2012

Isa Illescas - 3ºGES


Antes de partir rumbo al Norte de Marruecos mi conciencia estaba repleta de prejuicios hacía las personas de origen marroquí, independientemente de cursar la carrera de educación social. La razón de ello era dejarme influir por la sociedad que me rodea antes de comprobarlo por mi propio juicio. Desde la experiencia vivida a lo largo de estos cuatro días en este País,  puedo decir que se me ha desmontado toda una serie de ideas que mi mente tenía acerca de estas personas marroquíes. Por ello he de señalar, que con este proyecto he podido percibir una realidad distinta a la que nuestra comunidad nos muestra sobre esta cultura, la cual me ayudará para creer más en mi futura profesión y poder realizar proyectos en los que realmente creer y dar a conocer así a mi entorno.
Uno de los prejuicios con los que iba era la seguridad, ya que cada vez que le comentaba a alguien de mi entorno que iba a realizar un curso en Marruecos, todos me decían que lo pensara bien que era un país inseguro. Estos discursos me suscitaron temor, sin previamente haberlo sentido, pero el hecho de que todos mis parientes y amigos cercanos me lo dijesen me hacía dudar de mí misma. Sin embargo, mi decisión fue seguir adelante con el proyecto y no dejarme influir por las opiniones de los demás. Mi grata sorpresa fue cuando al bajar del autobús todos los miembros del grupo y dispersarnos el mismo, encontrarnos bajo la presencia de la policía secreta. Ello se debe a que velan por la seguridad del turista ya que es la segunda fuente de ingresos de este país, siendo la primera la agricultura.
Finalmente me gustaría concluir este relato añadiendo algunas anécdotas más vividas en el Norte de Marruecos como, que al ser un grupo grande, el cual formábamos jaleo e íbamos vestidos con nuestros atuendos sin incluir por ejemplo el hijab de las chicas que normalmente todas usan allí por su religión, no nos llamaron la atención en ningún momento y nos recibieron con una sonrisa, adaptándose a nuestra cultura. Otra situación que me llamó bastante la atención, fue en un bar en el que observé cómo el camarero que nos atendía evitaba mirarme a los ojos por ser mujer, hecho que no aprecié en el resto de hombres de origen marroquí.

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